viernes, 21 de octubre de 2011

SEMANA 4: EL 15-M

Para nuestra cuarta semana utilizaremos una analogía como principio para adentrarnos en el estudio del “15-M”, los “indignados” como son conocidos en su movimiento contrapolítico:

“Usted es seguidor incondicional de uno de los dos equipos de fútbol más poderosos de su país, llamémoslo ‘Equipo M’. Quizás por tradición familiar, quizás lo decidió en su tierna infancia, quizás porque es el equipo de su ciudad,... Usted paga entradas por ver los partidos de su equipo, sigue los pormenores del día a día en prensa, radio y televisión, disfruta con las victorias y sufre con las derrotas. El otro equipo potente, el ‘Equipo B’ lleva desde un tiempo atrás desplegando un juego digno de elogio, con la consecuente recompensa en trofeos. Si usted, a la hora de valorar la utilidad que le proporciona ser seguidor de un equipo tuviera en cuenta única y exclusivamente términos referentes al deporte en sí, sería un ser irracional al seguir apoyando al ‘Equipo M’, cuando (en un similar nivel de costes de seguimiento para ambos equipos) el ‘Equipo B’ le reportaría muchos más beneficios (goles, victorias y títulos). Pero usted es (salvo que se demuestre lo contrario) racional, con lo que tiene que haber otros motivos que argumenten su fe en el ‘Equipo M’.”

¿Beneficios futuros? No lo creo, son impredecibles, y el ser humano por naturaleza prefiere la ganancia de manera inmediata. Además, usted podría ajustar su inversión en felicidad desviando los fondos de un equipo a otro en función de sus resultados (lo que sería conocido como ‘chaquetero’, o en nuestro análisis, ‘inversor óptimo con plena información’).

Son valores no materiales (que no sin valor) los que hacen que usted se mantenga en el ‘Equipo M’: tradición, orgullo, sentirse miembro de un grupo, defender a su equipo en el café de las mañanas, opinar de las decisiones tomadas y proponer soluciones que le parecen increíblemente lógicas y que no entiende por qué el entrenador no las ha puesto ya en práctica... Esos son los beneficios que obtiene usted cuando la partida de títulos disminuye.

Ahora, aplique este esquema a la ideología política: dos partidos políticos predominantes, crisis, buenas y malas decisiones... ¿Qué cree que pasará? Pues que los “socios” seguirán siguiendo a sus “equipos” en un alto porcentaje de la población.

Bajo este enfoque, ¿cree usted que el movimiento “15-M” puede hacer algo por el cambio? (posiblemente los que creen que sí ya estén a punto de abandonar mi blog, pero sigan conmigo, quizás mejore mi optimismo según avance la entrada).

Las manifestaciones han perdido ya su utilidad, al menos en una gran parte. El leit motiv de esta herramienta bien puede compararse con la publicidad desde el punto de vista del marketing: informar, persuadir y recordar. Quizás la tercera herramienta sea la que aún mantiene su fuerza, pues todo en la vida se olvida con el tiempo, y una referencia en televisión al movimiento puede refrescarnos la memoria.

¿Pero qué sucede con las otras dos herramientas? ¿Puede usted persuadir a alguien del ‘Equipo M’ a cambiarse al ‘Equipo B’ o a otro cualquiera? Aquí surge un problema adicional que no refleja la analogía futbolística, y es que si usted deja de votar a cualquiera de los dos partidos y vota a otro, o deja de votar, su felicidad se verá afectada en términos de afiliación, pero seguirá sufriendo los efectos de la decisión global del resto de usuarios de política (es decir, las decisiones del gobierno, comunidad o ayuntamiento que salgan ganadores). Usted puede olvidarse del fútbol y no sufrir consecuencias, pero puede olvidarse de la política y seguirá sufriendo a los políticos (yo como buen economista no pienso votar, pero pagaré impuestos como todos). Puede persuadir a los “indecisos”, ese grupo del que siempre se habla en las elecciones, que son los votos que no tienen “equipo de fútbol fijo”, pero esto no cambiará las cosas, pues cambiará los pesos de la balanza, pero la balanza contendrá los mismos productos a uno y otro lado (gracias a los “fans” que votan en función de sus preferencias basadas en términos “no políticos”).

Y ahora, si los “indignados” o defensores del movimiento han aguantado hasta aquí, felicidades. Viene el momento optimista de la reflexión. Y no sólo en conceptos de manifestación, sino en general: informar. Aquí es donde el movimiento debería hacerse fuerte. ¿Y por qué? Los mercados. Un mercado es más eficiente cuanta mayor información tienen los usuarios sobre él. Y no me pueden negar que la información en aspectos políticos no es perfecta, tanto en términos de datos como de claridad. Informar a todos los usuarios de voto que sus elegidos hacen determinadas cosas favorece decisiones más inteligentes en el futuro. Sin información quizás pesaran más los otros factores que estudiamos anteriormente, pero si usted se entera de que su alcalde gasta sus impuestos en fiestas privadas quizás prefiera decidir en función de eso y no de la tradición en su familia de pertenecer a su partido.

La demanda política debe contar con la información necesaria para exigir una oferta responsable, lógica, coherente y todos esos adjetivos que pasan por su cabeza cuando piensa en la utopía de un gobierno de bienestar. Pero recuerde, hay grupos de presión que estarán interesados en que el partido al que financian gane las elecciones, pues les reportará beneficios asociados a su actividad.

Quizás la información potencie un voto más sensato, basado en el conocimiento del mercado. Y con más información, los políticos obrarán en consecuencia, actuando de otra manera para ajustar su oferta y hacerla más aceptable. El “15-M” o cualquier movimiento, entidad o persona que aporte información a los usuarios, favorecerá una mejor decisión sobre quién gobernará. Lo que no queda tan claro es que más allá de la información, el “15-M” sea efectivo. Además, las apariciones repetidas pueden producir un efecto contrario: la costumbre. Uno de las ventajas era la novedad: la primera vez que se producía una “queja” de semejantes características y magnitud. Ahora parece como que es algo más de nuestras vidas que se repetirá como tantas cosas. Cuidado con eso, “indignados”.

Por último, haciendo de nuevo uso de la analogía que hemos utilizado en esta entrada, pensemos en este caso: “Usted es fanático del fútbol, pero le gustaría seguir a un equipo capaz de presionar en todo el campo, jugar al toque en la línea de tres cuartos, tener un portero con la capacidad suficiente como para dar pases largos al pie, y un delantero que defienda en los córners y meta dos goles por partido. Pero busca en todos los equipos disponibles y no encuentra ese perfil. Necesitaría mucho dinero para, o bien adentrarse en la cúpula de un club y cambiar las cosas, conseguir que le contrataran de entrenador, o crear un club desde cero (o coger uno inferior e intentar ‘subirlo’).”

No llevaré la analogía al mundo político, creo que es bastante obvio. Es muy difícil cambiar las cosas, cierto. Pero podemos intentar que todos decidamos lo mejor posible dentro de la oferta disponible, y también conseguir que esa oferta sea más racional. ¿Cómo? Información. Información es poder. Nos hará decisores óptimos y hará que los “socios del Equipo M y el Equipo B” puedan exigir mayores bondades a sus representantes.

Nota lista del economista: ¿se cambiaría usted de equipo por dinero? Quizás lo haría, pero nunca su corazón...