viernes, 21 de octubre de 2011

SEMANA 4: EL 15-M

Para nuestra cuarta semana utilizaremos una analogía como principio para adentrarnos en el estudio del “15-M”, los “indignados” como son conocidos en su movimiento contrapolítico:

“Usted es seguidor incondicional de uno de los dos equipos de fútbol más poderosos de su país, llamémoslo ‘Equipo M’. Quizás por tradición familiar, quizás lo decidió en su tierna infancia, quizás porque es el equipo de su ciudad,... Usted paga entradas por ver los partidos de su equipo, sigue los pormenores del día a día en prensa, radio y televisión, disfruta con las victorias y sufre con las derrotas. El otro equipo potente, el ‘Equipo B’ lleva desde un tiempo atrás desplegando un juego digno de elogio, con la consecuente recompensa en trofeos. Si usted, a la hora de valorar la utilidad que le proporciona ser seguidor de un equipo tuviera en cuenta única y exclusivamente términos referentes al deporte en sí, sería un ser irracional al seguir apoyando al ‘Equipo M’, cuando (en un similar nivel de costes de seguimiento para ambos equipos) el ‘Equipo B’ le reportaría muchos más beneficios (goles, victorias y títulos). Pero usted es (salvo que se demuestre lo contrario) racional, con lo que tiene que haber otros motivos que argumenten su fe en el ‘Equipo M’.”

¿Beneficios futuros? No lo creo, son impredecibles, y el ser humano por naturaleza prefiere la ganancia de manera inmediata. Además, usted podría ajustar su inversión en felicidad desviando los fondos de un equipo a otro en función de sus resultados (lo que sería conocido como ‘chaquetero’, o en nuestro análisis, ‘inversor óptimo con plena información’).

Son valores no materiales (que no sin valor) los que hacen que usted se mantenga en el ‘Equipo M’: tradición, orgullo, sentirse miembro de un grupo, defender a su equipo en el café de las mañanas, opinar de las decisiones tomadas y proponer soluciones que le parecen increíblemente lógicas y que no entiende por qué el entrenador no las ha puesto ya en práctica... Esos son los beneficios que obtiene usted cuando la partida de títulos disminuye.

Ahora, aplique este esquema a la ideología política: dos partidos políticos predominantes, crisis, buenas y malas decisiones... ¿Qué cree que pasará? Pues que los “socios” seguirán siguiendo a sus “equipos” en un alto porcentaje de la población.

Bajo este enfoque, ¿cree usted que el movimiento “15-M” puede hacer algo por el cambio? (posiblemente los que creen que sí ya estén a punto de abandonar mi blog, pero sigan conmigo, quizás mejore mi optimismo según avance la entrada).

Las manifestaciones han perdido ya su utilidad, al menos en una gran parte. El leit motiv de esta herramienta bien puede compararse con la publicidad desde el punto de vista del marketing: informar, persuadir y recordar. Quizás la tercera herramienta sea la que aún mantiene su fuerza, pues todo en la vida se olvida con el tiempo, y una referencia en televisión al movimiento puede refrescarnos la memoria.

¿Pero qué sucede con las otras dos herramientas? ¿Puede usted persuadir a alguien del ‘Equipo M’ a cambiarse al ‘Equipo B’ o a otro cualquiera? Aquí surge un problema adicional que no refleja la analogía futbolística, y es que si usted deja de votar a cualquiera de los dos partidos y vota a otro, o deja de votar, su felicidad se verá afectada en términos de afiliación, pero seguirá sufriendo los efectos de la decisión global del resto de usuarios de política (es decir, las decisiones del gobierno, comunidad o ayuntamiento que salgan ganadores). Usted puede olvidarse del fútbol y no sufrir consecuencias, pero puede olvidarse de la política y seguirá sufriendo a los políticos (yo como buen economista no pienso votar, pero pagaré impuestos como todos). Puede persuadir a los “indecisos”, ese grupo del que siempre se habla en las elecciones, que son los votos que no tienen “equipo de fútbol fijo”, pero esto no cambiará las cosas, pues cambiará los pesos de la balanza, pero la balanza contendrá los mismos productos a uno y otro lado (gracias a los “fans” que votan en función de sus preferencias basadas en términos “no políticos”).

Y ahora, si los “indignados” o defensores del movimiento han aguantado hasta aquí, felicidades. Viene el momento optimista de la reflexión. Y no sólo en conceptos de manifestación, sino en general: informar. Aquí es donde el movimiento debería hacerse fuerte. ¿Y por qué? Los mercados. Un mercado es más eficiente cuanta mayor información tienen los usuarios sobre él. Y no me pueden negar que la información en aspectos políticos no es perfecta, tanto en términos de datos como de claridad. Informar a todos los usuarios de voto que sus elegidos hacen determinadas cosas favorece decisiones más inteligentes en el futuro. Sin información quizás pesaran más los otros factores que estudiamos anteriormente, pero si usted se entera de que su alcalde gasta sus impuestos en fiestas privadas quizás prefiera decidir en función de eso y no de la tradición en su familia de pertenecer a su partido.

La demanda política debe contar con la información necesaria para exigir una oferta responsable, lógica, coherente y todos esos adjetivos que pasan por su cabeza cuando piensa en la utopía de un gobierno de bienestar. Pero recuerde, hay grupos de presión que estarán interesados en que el partido al que financian gane las elecciones, pues les reportará beneficios asociados a su actividad.

Quizás la información potencie un voto más sensato, basado en el conocimiento del mercado. Y con más información, los políticos obrarán en consecuencia, actuando de otra manera para ajustar su oferta y hacerla más aceptable. El “15-M” o cualquier movimiento, entidad o persona que aporte información a los usuarios, favorecerá una mejor decisión sobre quién gobernará. Lo que no queda tan claro es que más allá de la información, el “15-M” sea efectivo. Además, las apariciones repetidas pueden producir un efecto contrario: la costumbre. Uno de las ventajas era la novedad: la primera vez que se producía una “queja” de semejantes características y magnitud. Ahora parece como que es algo más de nuestras vidas que se repetirá como tantas cosas. Cuidado con eso, “indignados”.

Por último, haciendo de nuevo uso de la analogía que hemos utilizado en esta entrada, pensemos en este caso: “Usted es fanático del fútbol, pero le gustaría seguir a un equipo capaz de presionar en todo el campo, jugar al toque en la línea de tres cuartos, tener un portero con la capacidad suficiente como para dar pases largos al pie, y un delantero que defienda en los córners y meta dos goles por partido. Pero busca en todos los equipos disponibles y no encuentra ese perfil. Necesitaría mucho dinero para, o bien adentrarse en la cúpula de un club y cambiar las cosas, conseguir que le contrataran de entrenador, o crear un club desde cero (o coger uno inferior e intentar ‘subirlo’).”

No llevaré la analogía al mundo político, creo que es bastante obvio. Es muy difícil cambiar las cosas, cierto. Pero podemos intentar que todos decidamos lo mejor posible dentro de la oferta disponible, y también conseguir que esa oferta sea más racional. ¿Cómo? Información. Información es poder. Nos hará decisores óptimos y hará que los “socios del Equipo M y el Equipo B” puedan exigir mayores bondades a sus representantes.

Nota lista del economista: ¿se cambiaría usted de equipo por dinero? Quizás lo haría, pero nunca su corazón...

martes, 5 de julio de 2011

SEMANA 3: EL AMOR

Tercera semana (aunque con retraso), y esta vez el tema es aquello que dicen mueve el mundo: el amor. Lo hemos visto en las películas, lo hemos leído en los libros,... desde el punto de vista trágico, romántico o cómico, pero no sé si alguna vez ha llegado usted a planteárselo desde la visión de la economía (no confundamos visión económica con visión materialista).

Nuestra amiga la utilidad vuelve a ser clave en el estudio del amor, que no es un bien en sí mismo, sino un cúmulo de ventajas competitivas que nos ofrece la otra persona para afrontar la vida con éxito. Y es que el amor es la búsqueda de un socio para que nuestra empresa llegue a buen fin.

Como en toda búsqueda de socios o empleados, no podemos coger al primer candidato que aparezca. Se realizarán entrevistas que, basadas en las necesidades específicas propias, decidirán al ganador. Por muy selectivo y riguroso que sea el proceso, siempre cabe la posibilidad de que todo acabe en despido, quiebra,... pero es parte de la vida, algo inevitable.

Imaginemos que hemos encontrado al candidato ideal: ¿por qué ha sido el elegido? ¿Cuáles son las características que hacen a alguien digno de nuestro amor?

Hay dos tipos de cualidades que atraerán nuestra atención: las instintivas, que proceden de nuestro lado más animal, y las emocionales, que proceden de nuestro lado más humano. Y es que esto nos diferencia del resto de animales con los que compartimos mundo: dejamos que otras razones más o menos claras enturbien nuestra decisión que sería más sencilla si sólo se rigiera por los motivos instintivos.

Los motivos instintivos: la supervivencia de la especie. Esto es así, por mucho que no quede romántico, bonito, o el apelativo que deseen. Buscamos alguien para perpetuar la especie, o al menos es lo que inconscientemente hacemos. Luego puede que no queramos tener descendencia, o que no podamos por otros motivos (por ejemplo, la homosexualidad), pero el ser humano tiene en su interior una necesidad de copular basada en la perpetuación. Y aquí es donde miramos la foto del curriculum.

Alguien de buena condición física asegura una camada de buenas condiciones, lo que es un punto positivo para que nuestro apellido y el genérico de nuestra especie siga propagándose. La belleza es un reclamo como puede serlo una lucha de cornamentas entre machos, o las plumas del pavo real: llaman la atención de la otra parte. Además es un doble punto positivo, pues además de disfrutar de la belleza de la pareja aseguramos unos genes que harán que nuestros hijos tengan más posibilidades de atraer parejas en el futuro.

Hay que hacer un apunte, puesto que la belleza suele ser similar entre las parejas (en mayor o menor medida, de hecho algunos sostienen la teoría de que las parejas bien avenidas comparten un parecido físico), tiene que haber una explicación, y la hay: nuestras posibilidades. No aspiramos por regla general a obtener más belleza que la atesorada, puesto que establecemos el listón de búsqueda de simetría en la que podemos ofrecer (destaco por “regla general”, para evitar enfados del feo de la pareja, en caso de haberlo).

Ahora el punto peliagudo. La capacidad económica. Y es que para perpetuar la especie no sólo hay que tener hijos, sino también cuidarlos. Y es mejor que aprendan en buenas escuelas, coman buenos productos y duerman en cómodas camas. No estoy diciendo que el amor pueda decantarse por uno u otro en función de la cuenta bancaria de uno de los candidatos, pero si estoy diciendo que es un factor más, y que está ahí. Las características personales del otro decidirán en qué porcentaje colabora a la decisión final.

Bueno, ya tenemos definido a nuestro candidato ideal en base a las características que reclama nuestro instinto. Veamos ahora la parte emocional, aquella parte que nos define como humanos y diferencia del resto de los animales. Aquí es más difícil ser concreto; podemos hablar de “sentirnos bien” con la otra persona, pero depende de cada uno el desarrollo de esta afirmación. Todo depende de las necesidades de cada uno: si nos gusta que nos cuiden, que nos mimen, que nos dejen nuestro espacio,...

Sí somos sinceros, todos se habrán dado cuenta de que esta parte emocional tiene más valor al principio, cuando se está estableciendo la relación. Nos preocupamos de conocer al otro, de ofrecerle lo que le gusta, incluso haciendo sacrificios para que se sienta agusto, pues al final su beneficio será el nuestro. ¿Les suena? Puro marketing. Después, el producto funciona si es bien vendido, no hace falta esa intensa campaña de publicidad inicial, sólo pequeñas campañas recordatorias de marca para que el público objetivo (nuestra pareja, al menos en un entorno monógamo) no olvide que somos el producto ideal, el socio perfecto.

Si tiene suerte puede que encuentre el amor, aquel que colme sus necesidades, aquel que sea capaz de llenar sus necesidades tanto instintivas como emocionales, aquel que le acompañe hasta la muerte sin que el negocio cese. Pero recuerde que bajo los ramos de rosas, las poesías, los anillos,... siempre estará su curva de utilidad, sus necesidades,... y también las de su pareja, y que el éxito depende de que sus curvas de oferta y demanda coincidan en el precio y cantidad que ambos han estipulado para ser felices y comer perdices.

Nota lista del economista: imagínese a su pareja con el cuerpo y el rostro de la persona más fea que pueda imaginar... ¿cambiaría en algo su situación?

miércoles, 13 de abril de 2011

SEMANA 2: LOS JEFES

El tema de nuestra segunda semana es “Los jefes”. Sí, ese sector odiado y/o envidiado, que plantea numerosas preguntas desde el punto de vista económico. Para no esparcirnos sin objetivo definido, plantearemos un listado de cuestiones típicas que todo empleado suele cuestionarse:

- Incompetencia: ¿existe una relación positiva entre la incompetencia de la persona y su posición laboral?
- Sueldo: ¿por qué cobran tanto?
- Acceso: ¿cómo llegar a ser jefe?
- Variables no-económicas : ¿se tienen en cuenta otros factores aparte de los económicos para llegar a esa categoría?

Seguro que a usted se le ocurre alguna pregunta más, pero con las planteadas cubrimos un amplio espectro de la problemática tratada.

- Incompetencia: usted mentiría afirmando que esa sentencia no salió nunca por su boca. Todos alguna vez hemos pronunciado improperios dedicados a nuestros responsables, “alabando” su mediocridad. La cosa se complica cuando usted, cansado de una jornada laboral larga, se reune con sus amigos a tomar algo. Siempre se acaba hablando de trabajo, y siempre se encuentran muchos más testimonios como el suyo. Eso lleva a una pregunta lógica: “¿son todos incompetentes?”. Mi experiencia me dice que hay de todo, que a veces el odio personal nubla las afirmaciones de uno, pero que siempre subyace algo de razón cuando uno está harto de su superior. Son muchos los factores que influyen en la valoración de un jefe por parte de su empleado, desde motivos personales hasta profesionales. Vayamos a los datos objetivos:

* número de jefes: éste es determinado por el número de proyectos existentes (en teoría claro, ya veremos algún ejemplo en las variables no-económicas, pero hablaríamos de un caso no-eficiente, o al menos incluso más ineficiente que el resto). Esto da un problema muy claro: si existen diez proyectos que necesitan diez jefes y hay seis personas con el perfil necesario para desarrollar ese labor, cuatro serán jefes incompetentes. Contra esta regla sencilla no hay mucho que objetar.

* cambio de proyecto: pasan dos años, y esos seis jefes terminan sus proyectos con un éxito contundente, sin ninguna crítica por parte de sus satisfechos subordinados. Pero el cambio de proyecto implica cambio de necesidades, conocimientos y forma de trabajar, con lo que puede que algunos no encajen en el proyecto y se conviertan en jefes incompetentes. Esta también parece una relación clara.

Con estos dos puntos en principio irrebatibles, vemos que la ineptitud se puede dar tanto al principio del negocio como durante el desarrollo de este. Las variables no-económicas añadirán nuevos marcos en los que los jefes incompetentes son de nuevo constatados.
En un mercado eficiente los jefes incompetentes deberían desaparecer. La demanda de jefes incompetentes debería ser nula (salvo intención de daño), con lo que la oferta para ellos debería reajustarse a cero al conocer el perfil de éstos.

-Sueldo: ¿es exorbitado el sueldo de los jefes? Como siempre, hay casos. Algunos dan su vida por el trabajo y tienen gran responsabilidad, con lo que podrían (y digo “podrían”) justificar los ceros de sus nóminas. Pero bien es cierto que hay otros empleados que también dan su vida por el trabajo, se la juegan incluso (cosa que pocos jefes seguramente hagan), y cobran nóminas raquíticas. Quizás este sea el propio motivo de esos altos salarios. Imagine: usted, trabaja en una empresa diez horas al día, sudando seis días a la semana por su jornal. Cada mañana, dos horas después de llegar a su puesto de trabajo, llega su jefe, en un flamante vehículo y dispuesto a desayunar. Usted sabe que gana muchísimo dinero, y que su trabajo, por mucha responsabilidad que lleve, es infinitamente mejor que el suyo...¿por qué aguanta entonces? Pues quizás sea la esperanza de llegar a ser él. El salario de su jefe se convierte en el incentivo máximo de un empleado para continuar en la empresa y hacer su trabajo lo mejor posible. ¿Se imagina que su jefe ganara escasos euros más que usted? Pensaría que está en una empresa sin futuro.

- Acceso: lleva usted quince años en la empresa, motivado por ese sueldo cuantioso de su jefe (y por qué no, puede que le guste el trabajo incluso). ¿Llegará alguna vez a ocupar su puesto? Pues depende de varios factores, como el entorno macroeconómico, el microeconómico (vamos, como va el país y como va la empresa), y como no, también de las famosas variables no-económicas que dejamos para el final y que muchos de ustedes ya habrán imaginado. Usted puede hacer su trabajo a la perfección y nunca ascender, o ser el rey del escaqueo y llegar muy alto. Veamos esas variables que tanto hemos mencionado.

- Variables no-económicas: sí, son las que usted imagina: el enchufe, el peloteo, el oportunismo, la conveniencia,... siempre nombradas en sus términos más coloquiales.
Veamos un ejemplo en el que usted podría tomar en cuenta todos estos valores: usted es director general de una empresa, y su responsabilidad es contratar a alguien de la empresa para concederle el puesto inmediatamente inferior a usted: su mano derecha. Caben varias posibilidades:

* usted se lleva muy bien con Anselmo, con el cual estudió desde el colegio y llegó incluso a compartir novia. No es especialmente diestro en sus habilidades, pero es un gran amigo: le contrata.
* usted recibe una “recomendación” por parte de un importante accionista para que contrate a un primo suyo que estudió un curso de marketing en una academia y tiene “don de gentes”: le contrata.
* usted recibe de Federico un trato excelente: café en su punto a la hora acordada, se queda siempre que hay que acabar algún informe permitiéndole a usted disfrutar de su familia, nunca ha supuesto problemas para la empresa,... : le contrata.
* usted tiene en su plantilla a Dionisio, un experto en casi todo. Controla el negocio como nadie, es trabajador, eficaz, infalible. ¿Podría suponer un riesgo para su puesto actual?: no le contrata.
* también podría utilizar su poder y contratar a dos personas, que aunque no sean necesarias, le liberan de trabajo y le evitan elegir entre varios candidatos (el caso que comentábamos cuando hablábamos del número de jefes y proyectos).

Como podemos ver, existen numerosas variables no-económicas que influyen tanto en la incompetencia de los jefes como en sus decisiones. Además del comportamiento propio del mercado, el comportamiento humano en su faceta más pura enturbia el mercado perfecto en el cual jefes incompetentes no tendrían cabida.

En resumen, parece claro que los jefes incompetentes existen. Dejo en sus manos la decisión de establecer un porcentaje. El mío lo guardo para otra ocasión.

Nota lista del economista: piense en los jefes incompetentes que parecen no serlo ya que sus empleados sacan el trabajo, y ese es el resultado final que se le pide a los primeros...

lunes, 4 de abril de 2011

SEMANA 1: LA PROSTITUCIÓN

En esta primera entrada trataremos la profesión más antigua del mundo: la prostitución. O al menos, una de las primeras, pues supongo que los primeros clientes deberían de percibir algún salario que poder gastar en aquellos servicios, con lo que por muy pocas profesiones que existieran, alguna tendría que coexistir en el tiempo con la que abarca nuestro primer contenido.

La legislación española parece ser un mero espectador ante el mercado de la prostitución. No existe una regulación al respecto, con lo que todo se sumerge en una alegalidad que permite que tanto ofertantes como usuarios (es un blog de economía, estas palabras deben aparecer) creen un mercado que reporta grandes beneficios.

La palabra “beneficios” es un término que suele alertar a cualquier Gobierno, puesto que si puede gravar ese flujo de dinero obtendrá una cuantiosa suma en sus arcas. Véase gasolina, tabaco, alcohol,... Entonces, ¿por qué no se regula la prostitución siendo esta uno de los negocios más rentables?

Veamos las múltiples ventajas de la posible legalización:

- la más clara es la comentada: toda actividad económica lleva implícita unos impuestos, desde aquellos que gravan el consumo, como aquellos que gravan a la propia empresa. Además, los gobiernos, basándose en una hipócrita teoría de gravamen superior si el producto es perjudicial, crea también impuestos indirectos que seguramente encajarían con el tema que nos ocupa. Otro tema sería que tipo de gravámenes serían los adecuados para semejante actividad. Más de uno defendería, por ejemplo, un IVA para productos de primera necesidad (hay gente para todo).

- otra ventaja, entrando ya en las externalidades positivas, sería la seguridad. La regulación de cualquier mercado implica reducir (aunque nunca completamente) asuntos como el dinero negro, economía sumergida. Imaginemos por un momento cuántas personas (y digo personas, porque aunque sea en menor proporción, la prostitución masculina también existe) pueden estar recibiendo prestaciones por desempleo o ayudas cuando realmente obtienen unas ganancias más o menos cuantiosas (basadas en sus cualidades, capacidades, suerte, localización,...). Pero no me refiero sólo a seguridad económica, a ajustar este mercado a los parámetros establecidos normalmente para otro tipo de actividad, sino a la seguridad propiamente dicha: seguridad ciudadana. La legalidad de los negocios complicaría las oscuras tramas de trata, chantaje, explotación,... que en ocasiones acompañan a la práctica de la prostitución. Esto redundaría en un mayor bienestar social, algo que teóricamente es el objetivo básico de cualquier buen gobierno.

- sin duda, la salud sería otra de las beneficiadas de un marco legal. Controles médicos permitirían prestar y recibir servicios sin riesgos asociados. Esto ofrecería mayor seguridad a los clientes, y una esperanza de vida y de calidad de vida mayor a las empleadas (el porcentaje de muertes por enfermedades es ínfimo en el sector de la prostitución, pero si es cierto que determinadas afecciones pueden reducir su calidad de vida).

- otra externalidad a destacar es el efecto en cadena que todo servicio produce al entrar en el mercado. Imaginen que usted, valiente ante la que está cayendo, crea una empresa de, por ejemplo, venta de pulseras hechas a mano. Usted es bueno gestionando, y siempre le han gustado las pulseras, pero es un completo desastre en manualidades. Contrata a una persona que es una experta en la fabricación de dicho artículo. El negocio empieza a ir bien, la demanda de pulseras aumenta considerablemente, y decide contratar a otras tres personas para aumentar la producción. En ese momento se plantea en promocionar sus productos en la prensa local, pues quiere aprovechar esa mayor capacidad productiva e invierte una parte de sus beneficios en promoción.
Este ejemplo podría continuar y continuar (hasta que el mercado se saturase de pulseras hechas a mano), pero ya podemos destacar sin profundizar más el efecto cadena que comentábamos: usted ha aumentado la población activa trabajadora del país, ha aumentado las transacciones tanto de su propio negocio como las que implican a otras partes (en nuestro ejemplo la prensa local). Con ello, usted aumenta los ingresos del Estado, el PIB, y seguramente se compre un coche nuevo que también active aún más la economía (vamos, que gasta más en el sistema y todos más contentos). En el marco de la prostitución el efecto en cadena se produce de manera no muy clara, pues la promoción se reduce a lugares concretos (las conflictivas secciones de contacto de la prensa); además los efectos económicos de la economía sumergida no se reflejan en las variables macroeconómicas que reflejan la salud de un país. Desde un marco legal, el efecto cadena sería superior y usted vendiendo pulseras tanto como su vecino vendiendo sexo, tendrían una mayor calidad de vida, mejorarían la de los demás, y vivirían en un país mejor.

Puede que se me escape alguna externalidad más, y puede que deje escapar alguna con intención (imagine plantear como externalidad positiva el menor stress de los ciudadanos). Pero las más claras en términos de economía han quedado reflejadas. Usted, influenciado por llevar minutos leyendo mis palabras, se pregunta con énfasis: ¿cómo es que no se legaliza la prostitución? Pues yo también me lo pregunto. Y encuentro una sola explicación: la moralidad (podríamos decir que el concepto de la legalidad de la prostitución conllevaría externalidades negativas para mucha gente: mal ejemplo para sus hijos, mal concepto de la profesión,... o como dirían muchos “una vergüenza y una guarrería”). Imagine que usted es gobernante del país y decide legalizar este negocio. ¿Cómo cree que le mirarían determinados sectores de la sociedad? La oferta y demanda entre bienestar social ofrecido y votos recibidos superará seguramente la importancia de la interacción entre oferta y demanda de prostitución. Sería muy positivo anunciar en un congreso que el paro ha disminuido, que la producción aumenta, que debido a una mayor recaudación el gobierno puede invertir en obras sociales y ayudas a necesitados, en beneficios sociales... ¿pero cómo recibiría ese público la última parte de su discurso cuando anunciara que todo se debe a que la prostitución es legal? Seguramente perdería el apoyo de muchos de sus fieles. ¿De qué le sirve tomar medidas para aumentar el bienestar social del país si luego no encabezará su gobierno? No creo que haya muchos políticos que asuman una derrota por el bien común.
En definitiva, económicamente la legalidad de la prostitución no tendría ninguna traba. Sólo reportaría beneficios, tanto directa como indirectamente. Pero cuando los prejuicios y sentimientos de las personas entran en juego (recuerde, externalidad negativa, todo tiene su equivalente económico), no hay números que valgan.
Nota lista del economista: Piense en la gente que emplea a personas a precios ridículos como personal de servicio, y piense también en el concepto que esa misma gente puede tener de la prostitución... ¿contradictorio? Puntos de vista...