martes, 5 de julio de 2011

SEMANA 3: EL AMOR

Tercera semana (aunque con retraso), y esta vez el tema es aquello que dicen mueve el mundo: el amor. Lo hemos visto en las películas, lo hemos leído en los libros,... desde el punto de vista trágico, romántico o cómico, pero no sé si alguna vez ha llegado usted a planteárselo desde la visión de la economía (no confundamos visión económica con visión materialista).

Nuestra amiga la utilidad vuelve a ser clave en el estudio del amor, que no es un bien en sí mismo, sino un cúmulo de ventajas competitivas que nos ofrece la otra persona para afrontar la vida con éxito. Y es que el amor es la búsqueda de un socio para que nuestra empresa llegue a buen fin.

Como en toda búsqueda de socios o empleados, no podemos coger al primer candidato que aparezca. Se realizarán entrevistas que, basadas en las necesidades específicas propias, decidirán al ganador. Por muy selectivo y riguroso que sea el proceso, siempre cabe la posibilidad de que todo acabe en despido, quiebra,... pero es parte de la vida, algo inevitable.

Imaginemos que hemos encontrado al candidato ideal: ¿por qué ha sido el elegido? ¿Cuáles son las características que hacen a alguien digno de nuestro amor?

Hay dos tipos de cualidades que atraerán nuestra atención: las instintivas, que proceden de nuestro lado más animal, y las emocionales, que proceden de nuestro lado más humano. Y es que esto nos diferencia del resto de animales con los que compartimos mundo: dejamos que otras razones más o menos claras enturbien nuestra decisión que sería más sencilla si sólo se rigiera por los motivos instintivos.

Los motivos instintivos: la supervivencia de la especie. Esto es así, por mucho que no quede romántico, bonito, o el apelativo que deseen. Buscamos alguien para perpetuar la especie, o al menos es lo que inconscientemente hacemos. Luego puede que no queramos tener descendencia, o que no podamos por otros motivos (por ejemplo, la homosexualidad), pero el ser humano tiene en su interior una necesidad de copular basada en la perpetuación. Y aquí es donde miramos la foto del curriculum.

Alguien de buena condición física asegura una camada de buenas condiciones, lo que es un punto positivo para que nuestro apellido y el genérico de nuestra especie siga propagándose. La belleza es un reclamo como puede serlo una lucha de cornamentas entre machos, o las plumas del pavo real: llaman la atención de la otra parte. Además es un doble punto positivo, pues además de disfrutar de la belleza de la pareja aseguramos unos genes que harán que nuestros hijos tengan más posibilidades de atraer parejas en el futuro.

Hay que hacer un apunte, puesto que la belleza suele ser similar entre las parejas (en mayor o menor medida, de hecho algunos sostienen la teoría de que las parejas bien avenidas comparten un parecido físico), tiene que haber una explicación, y la hay: nuestras posibilidades. No aspiramos por regla general a obtener más belleza que la atesorada, puesto que establecemos el listón de búsqueda de simetría en la que podemos ofrecer (destaco por “regla general”, para evitar enfados del feo de la pareja, en caso de haberlo).

Ahora el punto peliagudo. La capacidad económica. Y es que para perpetuar la especie no sólo hay que tener hijos, sino también cuidarlos. Y es mejor que aprendan en buenas escuelas, coman buenos productos y duerman en cómodas camas. No estoy diciendo que el amor pueda decantarse por uno u otro en función de la cuenta bancaria de uno de los candidatos, pero si estoy diciendo que es un factor más, y que está ahí. Las características personales del otro decidirán en qué porcentaje colabora a la decisión final.

Bueno, ya tenemos definido a nuestro candidato ideal en base a las características que reclama nuestro instinto. Veamos ahora la parte emocional, aquella parte que nos define como humanos y diferencia del resto de los animales. Aquí es más difícil ser concreto; podemos hablar de “sentirnos bien” con la otra persona, pero depende de cada uno el desarrollo de esta afirmación. Todo depende de las necesidades de cada uno: si nos gusta que nos cuiden, que nos mimen, que nos dejen nuestro espacio,...

Sí somos sinceros, todos se habrán dado cuenta de que esta parte emocional tiene más valor al principio, cuando se está estableciendo la relación. Nos preocupamos de conocer al otro, de ofrecerle lo que le gusta, incluso haciendo sacrificios para que se sienta agusto, pues al final su beneficio será el nuestro. ¿Les suena? Puro marketing. Después, el producto funciona si es bien vendido, no hace falta esa intensa campaña de publicidad inicial, sólo pequeñas campañas recordatorias de marca para que el público objetivo (nuestra pareja, al menos en un entorno monógamo) no olvide que somos el producto ideal, el socio perfecto.

Si tiene suerte puede que encuentre el amor, aquel que colme sus necesidades, aquel que sea capaz de llenar sus necesidades tanto instintivas como emocionales, aquel que le acompañe hasta la muerte sin que el negocio cese. Pero recuerde que bajo los ramos de rosas, las poesías, los anillos,... siempre estará su curva de utilidad, sus necesidades,... y también las de su pareja, y que el éxito depende de que sus curvas de oferta y demanda coincidan en el precio y cantidad que ambos han estipulado para ser felices y comer perdices.

Nota lista del economista: imagínese a su pareja con el cuerpo y el rostro de la persona más fea que pueda imaginar... ¿cambiaría en algo su situación?

1 comentario:

  1. Guapisimo texto vicen, como se nota ahi licencieited. Y si, dices bastantes cosas con sentido.

    Si sirve la opinion de un casado a 3 años vista, para mi el amor es entregar todo sin pedir nada a cambio, riesgos todos los del mundo mundial, pero es lo que hay, o se juega o no se juega.

    Para concluir, me mola mucho el rollo que has usado de socios rollo empresa, porque en parte es asi, hay que jugar en equipo las 24 horas.

    KALAFIRAM 2 YA!!!

    ResponderEliminar